martes, 1 de abril de 2008

ella

Antes de los pasos sobre el adoquín acercó la puerta cuidadosamente y se permitio ser silenciosa. Era la siesta y la casa que dejaba tenía un tenue olor a lluvia.
Meses antes habia levantado la cabeza con un gesto altanero y marchado de Madrid en busca de un cambio de rumbo.

que sentido tiene mi piel, sin tu aroma; que se dice cuando no se tiene voz, ni lengua ni paladar ni mente , ni cuerdas, ni aire ni dios ni objeto, cuando tus labios se pudren sin olor, cuando se desaparecen las letras y las vocales para articular, cuado el idioma es tan infinito que no hay palabras que exprese excactamente lo que…”

Con un bolso nacarado jugaba en la plaza recordando aquel entonces: su casa vacia de esperanzas la invitaba salir con su boleto en la mano como símbolo de desorden y a esperar el taxi solo unos minutos para poder tomar después el micro en donde el ruido del motor no la dejara pensar en lo que habia dicho ayer por la noche: algo de un tiempo, una confusión, de palabras que nunca se dicen, llantos y orgullo, mucho orgullo, probablemente el mismo que cerro la puerta.
Y se va llendo como liviana dejando a un metro o menos el aleteo de su vestido floreado y se sienta en la plaza mayor mientras piensa que quizas la partida desde Madrid fue buena después de todo, que conoció a Reinaldo, que miró sus ojos y su pasado estéril, que sintió lo que nunca, que murió nuevamente sin sangre ni dolor curable. Y sabe que no es esto lo que lamenta, sino la forma: del porque de la casuela de mariscos, de la pelea por la sal, de los tiempos de noche sin descanso y dias sin vigilia, del no al sueño despierto; cree mientras mueve la piedrita de su zapato gris que no era la forma, que no había por qué tenerse lastima, no había el rigor suficiente entre tanto no pensar, que la verdad es que se muere tantas veces como se vive.

que tienen las voces que conforman tus voces que me parecen ser las tuyas todas, creyendo que me nombras y me imploras el tiempo y el receso, el clima y el viento, el movimiento, la calma, la lluvia que lava las caras”

Y en un instante siente un intenso vacio, una gravedad inescrupulosa que le tira las mejillas y los ojos, una sensación de pesadez que la pega al suelo por sus miembros y la unde lentamente; y es un segundo antes de sentir que no tiene nada que realmente lo ha perdido todo, que lo que escribe en su block no es real, que son puras direccion de posibles destinos indistintos y sinsentido, que los paisajes son un horizonte, todos horizontales, que los colores 1rios nunca se mezclan, que el azucar nunca mas pegará con el café amargo. Y no hay nada mas horrible que eso, piensa, siente, y miente: que todos los minutos se sientan eternos, que todas las voces se escuchen iguales que todas las vidas sean evanecentes y efimeras.

y no temo irte a buscar tras la madera reacia de tu casa esquinada, me aterra encontrarte y no saber que decirte para que solo vuelvas, para que me mires y te ilumines de nuevo, para que me sonrias y asientes con migo: que todo esto era una mala interpretación de hechos y desechos, me aterra encontrarte y tenerte que buscar de nuevo, miedo a morirse que se tiene, cuando te veo te siento como precipicio inminente, que corrés de mi como el agua que miraba y ahora no, como sentir algo como un perfume que se desvanece. Temo que no seas la que quiero imaginar , temo…”

La cara se le ha trasformado en un minuto, se le asoma la muerte y la estaca en lo ojos, se le leen lo labios quebrados que no dicen nada, y con el mayor de los esfuerzos intenta pararse, si bien no sabe para qué ni como lo hará, porque se le olvidaron los movimientos y hasta el como pedir ayuda, siente que de apoco sus funciones básicas desaparecen, que en un santiamén bajará de sus ojos el telon traslucido que la dejara como la roca que nunca fue, con su corazón que peor que sentirse mal no siente nada, le grita cuidado, te vas aquedar sin alma.
la tarde que delumbra el plomo de las nubes, la lluvia calcinante, el viento pesado que circula por la vereda del frente no lo impedirá y sin embaargo lo impide, no pasaré de ser un tipo que se arrepiente a ser un idiota, no tendre la valentía suficiente para sentirme un cobarde que dejo que te fueras, asi como asi...”
Y ya no corre esa brisa por la plaza mayor o no la siente, y no siente tampoco su brazos corrugados, sus piernas sin movimientos, su equeleto petroso que no quiere moverse; observa con la vista que le queda a corta distancia un brazo que se enturbiese y se petrifica, que se ve estancando como sus miembros y su rostro, que se convierten al gris parduzco, llena de escotadura y escondrijos, llena de relieves geograficos y de minerales enclaustrados en pulmones y estomago y de apoco y ademas de perder todo su cuerpo en una masa rocosa empieza a pareder la memoria: olvida lo que fue Reinaldo, sus canciones por la tarde, su escritorio lleno de libros, su tiempo muerto en la cama, sus ojos cerrados y abiertos, su piel con el perfume de sus sabanas o viceversa; olvida que alguna vez se prometio dejar esos momentos en la retina mientras ahora los olvida y en la plaza mayor, así como así, ella y su bolso en la mano quedan sin aire ni movimiento ni Reinaldo.
Al ver la casa de la esquina a Reinaldo se le salen de los bolsillos todas sus frases para que ella vuelva y sin reparar en ello abre la puerta de madera que desprende un silencioso sonido y temiendo encontrarla, siente una extraña sensacion al ver que no hay nadie y que persiste en la mesa un olor a lluvia que le recuerda a ella y le moja los ojos.